PINTURA,PINTURA,PINTURA. Exposición en Fernando Pradilla
Santiago Ydañez y José Piñar forman parte de la exposición colectiva "Pintura, pintura, pintura" comisariada por Victor Zarza en Fernando Pradilla. La exposición recoge desde el minimalismo, extremo a la par que sutil, de Miguel Marina o la poética elemental de Berta Cáccamo, a la gestualidad liminar de Santiago Giralda, quien comparte con Alejandro Carpintero su interés por la cualidad matérica del medio pictórico. José Piñar y Victoria Encinas trabajan con combinaciones cromáticas a través de distintas maneras de aplicar los pigmentos, que a su vez Enrique Radigales plantea de manera más problemática: como adición, pero también como resta, sin desatender cierta dimensión procesual de su elaboración. Tampoco está lejos de tales cuestiones Santiago Picatoste, atento al gesto o mancha básicos de la pintura; de igual manera sucede con José Díaz o Eduardo Martín del Pozo, que ambos ponen en diálogo con la superficie que les proporciona el soporte, literalmente saturado de pigmentos por José Horacio Martínez. Gestos que para César Delgado y Fabián Marcaccio constituyen un asunto de índole epistemológica. La variedad de registros de Abraham Lacalle, Anthony Stark, Alejandra Seeber y Rafael Grassi-Hidalgo evidencian –más allá de su voluntad representativa- la preeminente condición pictórica de sus planteamientos, lo mismo que en los casos de Vicky Newmann y Pedro López Zamora, quienes coinciden en asociar pintura y fotografía. Algo semejante encontramos en las obras de Alain Urrutia y Pedro Morales Elipe, donde un fuerte código figurativo (más patente en el primero que en el segundo) cede ante la formulación pictórica, ante la persistencia del medio, que también se pone de manifiesto –a pesar de su innegable realismo- en la pincelada suelta de Santiago Ydáñez. El tratamiento resulta menos ruidoso en las piezas de Juan Francisco Casas, Miguel Aguirre, Marco Mojica o Carlos Salazar Arenas, atentos, en buena medida, a reproducir las calidades que les ofrece la fotografía mediante una adecuada organización de la pintura, con distintos niveles de sujeción a los modelos de partida. A diferencia de estos, Ignacio Pérez-Jofre lo hace desde la observación directa del natural, como Pablo García, quien introduce además una estrategia de carácter procesual ligada a las condiciones de los procedimientos empleados. Edwin Monsalve, por otra parte, reproduce fielmente la textura de la madera en un ejercicio que merece el calificativo de hiperreal, extensible –a pesar de su patente heterogeneidad – a la obra de Víctor Rodríguez. También a partir de la imagen mediática, Ricardo González García y Vicente García Lázaro, juegan con distintas fórmulas de codificación donde lo pictórico se plantea a modo de factor de diversificación, antes que de franca resolución figurativa, como también hace Armando Mariño. Por su parte, Fernando Alonsoadelgaza la pintura en correspondencia con la pobre definición de los frames sacados de vídeos virales, hasta dificultar su visualización; asunto que Javier Garcerálleva hasta el extremo de proponernos una contemplación claramente problemática de su obra, debido a su compleja y sofisticada ejecución tanto como a la naturaleza de los materiales utilizados. Por último, Starsky Brines y Ángel Ricardo Ríos hacen un uso expresivo de la mancha, de la pincelada y el brochazo puestos al servicio de las subjetivas configuraciones que integran sus trabajos. El título de la exposición (Pintura, Pintura, Pintura) no pretende ser categórico o reivindicativo, sino simple y decididamente enfático.    

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Arsfundum.1984

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